¿Estás barajando comprar un coche automático pero no tienes claro si es para ti? ¿no paras de leer opiniones contradictorias al respecto? Para intentar ayudarte y que te decidas por un coche automático (o no), te traemos los 5 mitos más frecuentes sobre ellos
1. El coche automático es para quien no le gusta conducir
Se suele decir que el cambio manual es para los que realmente disfrutan de conducir. Pero en realidad ¿hay tanta diferencia con los automáticos? porque realmente muchas veces es casi únicamente pisar el embrague.
Aparte de eso, los cambios automáticos modernos te dan un control casi total sobre sus funciones. Puedes cambiar de marcha secuencialmente (hacia adelante y hacia atrás) o incluso usar las levas en el volante. Tú decides cuándo subir o bajar de marcha, simplemente evitas pisar el pedal del embrague.
2. Los coches automáticos son menos fiables
¿Y qué hay de la fiabilidad? Es cierto que los cambios automáticos podían dar más problemas en el pasado… Pero a día de hoy dan los mismos que cualquier otro coche.
Las transmisiones modernas son tan fiables como cualquier caja de cambios manual, o incluso más, y su mantenimiento tampoco es necesariamente más complicado o costoso. Además, no solo benefician al sistema en sí, sino que también mejoran la eficiencia del motor en general gracias a su gestión electrónica.
A veces, un ordenador puede ser más eficiente que una persona en ciertas tareas. La única pega con los cambios automáticos es que si llegan a averiarse (porque tampoco son indestructibles), la reparación o sustitución puede ser más cara.
3. Los coches automáticos consumen más combustible
Por otro lado, tenemos el falso mito del consumo. Sí, antes, hace muchos años, las antiguas transmisiones automáticas solían ser menos eficientes que las manuales, pero hoy en día no hay diferencias significativas entre ambas.
Incluso podríamos decir que, al confiar en la electrónica (una centralita que realiza cálculos constantemente), los automáticos logran consumos algo más bajos que los manuales. Especialmente si el coche cuenta con diferentes modos de conducción, como el modo Eco.
4. Los coches automáticos son más complicados de manejar
Si no has conducido nunca un coche automático, es casi normal que pienses que es más difícil manejarlos. Sobre todo si quieres sacarles el máximo provecho.
Nada más lejos de la realidad. Si prefieres tener cierto control sobre su funcionamiento (es decir, no dejar que haga todo automáticamente), su uso es intuitivo y sencillo. Solo olvídate del engorro de pisar el embrague y cambia de marcha fácilmente con la palanca o las levas en el volante. No necesitas prestar atención al proceso de coordinar el embrague con una palanca en forma de H.
5. Los coches automáticos son menos eficaces para conducir
Los coches automáticos no tienen por qué ser menos eficaces para el conductor medio. De hecho, pulsar el embrague y mover la palanca es más lento que lo que hace un sistema automático sofisticado. Especialmente los de doble embrague, que siempre tienen la siguiente marcha lista para ser engranada, ya que las agrupan en pares e impares. Ni el conductor más habilidoso podría hacer lo mismo en cuestión de milisegundos.
La prueba está en que los coches de competición usan cambios automáticos desde hace ya algunos años (bastantes). Si fuera un proceso más lento o poco eficaz, ya los habrían descartado hace tiempo.